Escrito por Irineo Tavitian
La mayoría de nosotros vamos por el mundo en pugna mental con nosotros mismos. Dudamos que nuestra ocupación sea la que realmente nos conviene; y de que a la postre y e el futuro haya algo en realidad importante y gratificante.
Instintivamente aguardamos una voz que nos diga con toda autoridad;”yo poseo la verdad”.
Amigas y amigos, déjenme decirles que verdad hay una sola; ”que nacemos y morimos”, lo demás son conjeturas, certeza o consecuencias, aunque algunas corrientes teológicas pretendan hacernos creer lo contrario.
Decía Shirley Mac Laine: ”la serenidad no se adquiere en ningún curso intensivo”, y yo le agregaría es que “no todos podemos ser grandes, pero siempre podemos pugnar por alguna causa que lo sea”. Acuérdese siempre que, en todos los órdenes de la vida, hay que abrazar opiniones, sin dejar que ellas nos abracen y nos paralicen.
Muchos fracasan en la vida por no predisponerse debidamente al desempeño de la profesión en que las circunstancias los colocan.
Cuando un jinete aspira a que su caballo gane el gran premio de la carrera, ha de predisponerlo por el diario ejercicio y la cuidadosa alimentación, a fin de que adquiera el mayor vigor, resistencia y vitalidad posibles para el día de la prueba final, sin que haya nada innecesario en sus arreos que pudiera colocarlo en desventaja con los competidores, pues la mínima superfluidad arriesgaría el éxito de la lucha. Así sucede con la gente de mucha habilidad congénita que fracasan en todas partes por no haberse adiestrado cuidadosamente. Es decir que hay algo inútil o mal dispuesto en sus arreos. No se han preparado para utilizar sus mejores recursos en la carrera de la vida. O bien no han acertado en la elección del oficio social, o no recibieron la adecuada educación técnica para el desempeño profesional.
Muy poco es lo que se precisa para caer vencidos en la carrera de la vida.
Seguridad ha de tener la persona que si no hecha de ver adelantos en su obra, no se le ensanchan los horizontes de la vida, y si su trabajo no le sirve de perpetuo tónico, es que no está en la profesión para la que naciera, ni ocupa su verdadero lugar en el mundo. Si su trabajo le apena, si está pendiente de la hora de irse a su casa para soltar la carga, o vive pensando en conseguir otra cosa, puede tener el convencimiento de que no ha encontrado su ajuste en el mecanismo social. A menos que su tarea le de placer al realizarla, es que no es aquella su verdadera vocación.
Pocos son los que fracasan cuando realizan la tarea que les gusta; pero la dificultad consiste en que muy pocos son los que encuentran el encaje exacto de su carácter personal con su verdadera vocación.
El más formidable enemigo de éxito es el desaliento.
Así toda persona debería de tener muchísimo tacto en elegir la profesión, oficio o empleo, mas en armonía con su constitución física, índole mental, inclinaciones y habilidades. Muy desastroso resulta la desacertada elección profesional; y sin embargo cada día más va cundiendo la funesta manía de abrazar carreras sin la menor disposición natural, tan solo porque les parecen honrosas, lucrativas o porque están de moda.
Esta aspiración desmesurada nace más bien del orgullo en contubernio con la vanidad, que del sincero convencimiento de la verdadera aptitud. Por lo tanto, conviene discernir entre el legítimo anhelo de realizar una obra o ejercer una profesión, y la necesidad o el pasajero antojo engendrado por el egoísmo.
A los que llevan sus aspiraciones mas allá de sus aptitudes, les sucede lo que a la zorra de la fabula, cuando quiso ponerse alas postizas para volar como la paloma.
Verdaderamente se valioso el estimulo, pero no hay peor cosa que llenar de viento las cabezas, y exagerar con inconsiderables alabanzas, las medianas aptitudes que demuestran en algún aspecto en particular, sin analizar a fondo cuales son las verdaderas competencias.
En resumen si cada cual se dedicara a la profesión, oficio o empleo mas conforme con sus aptitudes, en vez de empeñarse en lo imposible, no engrosarían tan deplorablemente las filas de los fracasados y frustrados.
Gran ventaja es saber medir con antelación nuestras facultades, y estudiarnos tan por completo que podamos emprender confiadamente lo que seamos capaces de cumplir y no empeñarnos jamás en lo imposible.
El anormal esfuerzo en realizar grandes cosas sin la suficiente preparación para salir airosos, no solo precipita el fracaso, sino que acarrea desengaños, frustración, intranquilidad y desdichas.
Si repasamos la lista de quienes dejaron huella a su paso por el mundo, veremos que no son los más celebres quienes no disfrutaron de su trabajo, ni quienes desdeñosos de la garrula gacetillera periodística, austeramente persistieron sin desmayo, en el trabajoso perfeccionamiento de su vocación, hasta realizar bien y cumplidamente su propósito.
El perseverante ejercicio de las virtudes domesticas, entre las cuales ocupa el primer lugar el esfuerzo, pone al ser humano en disposición de llevar a cabo grandes y provechosas empresas.
Hoy día, las ocasiones favorecen al que aplica todas sus energías a un propósito invariable, y toma la pene de escudriñar el fondo de las cuestiones en que se empeña; al que acepta las espinas de su tarea de tan buen agrado como las rosas; al que no solo tiene elevados ideales, sino que además, se sacrifica gustoso por lograrlos.
El examen de si mismo dará a cada postergado, la medida de las debilidades y el justo acierto de sus fortalezas.
Lo que para el débil e indeciso son pesadas piedras, para quien tiene ánimo resuelto son cascabeles de victoria.
Para ser algo o alguien es preciso hacer algo. No solamente a los genios les está reservada esta obra, también las vulgarmente llamadas medianas, pueden intensificar sus aptitudes hasta el punto de sobresalir del común de las gentes, que por desconocimiento de si mismos viven confundidos, apáticos y negativos.
Comience por pensar que;
El mejor día es hoy, porque es el único que le pertenece, ayer ya pasó, y mañana no sabemos si viviremos.
La vida es lucha. Nada perdura, ni nada estará disponible por siempre, no permita que el desconocimiento, la indecisión o la apatía se apodere de su voluntad ni corrompa su espíritu.
Debemos estar alertas y preparados frente a las oportunidades.
Luego debemos sentir que esas oportunidades son nuestras.
Más tarde debemos luchar para que esas oportunidades nos beneficien.
Finalmente debemos de disfrutar de los resultados sin confundirnos, pues siempre debemos recordar que
El éxito no se compra
Se alquila
Extracto de e-book: vendedor-una filosofia de vida
Autor:irineo tavitian
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